Venezolano Héctor Rondón, el Señor de los Anillos

28 de mayo de 2020

Héctor Rondón es un campeón de la Serie Mundial, un lanzador veterano y uno de los flamantes miembros de los Arizona Diamondbacks. El lanzallamas venezolano de 32 años de edad arribó al desierto en su octava temporada en las Grandes Ligas para darle un salto de calidad al bullpen, pero su historia va mucho más allá de los 60 pies y 6 pulgadas que componen su talento beisbolístico. Nos sentamos a charlar con él para saber más sobre Héctor el pelotero, pero terminamos aprendiendo mucho más sobre Héctor como persona.

¿Cuándo empezaste a jugar al béisbol y quien te enseñó?

Yo comencé a jugar desde que tengo memoria, a los 4-5 años de edad. Solía jugar para un equipo de Pequeñas Ligas en Venezuela llamado los Astros. También competía en torneos nacionales para equipos buenos y siempre me esperé por superar mis propios límites. Nunca conté con un mentor, pero tampoco pensaba que era mi obligación jugar en las Grandes Ligas. Yo siempre me mantuve enfocado en el presente.

Lester Strode era el ex coach de relevistas de los Cubs y también formó parte del equipo que salió campeón en el 2016. Él siempre me motivó a mejorar y creía en mí. Él fue el que me ayudo a llegar a un nivel que yo no sabía que tenía.

¿Jugabas algún otro deporte cuando eras joven?

El fútbol era mi segundo deporte preferido y jugaba en selecciones regionales, pero nunca tuve la oportunidad de representar a mi estado en torneos nacionales ya que me enfocaba primordialmente en el béisbol.

¿Cómo era tu vida cotidiana en aquel entonces?

Tengo 2 hermanos– Héctor y José Miguel – y siete tíos y siete tías. Siempre jugábamos al fútbol, vóley y básquetbol y a ninguno de nosotros nos gustaba perder.

Mi papá también se llama Héctor. Si mi mamá nos llamaba para hacer cosas, cada uno ya sabía lo que le tocaba. En mi caso era limpiar la casa. Sin embargo, tres “Héctores” al hilo fueron suficiente, así que mi hermanito menor se llamó José Miguel.

¿Cuál es el significado de tus tatuajes?

Yo le dedico la gran mayoría de mis tatuajes a Jesucristo. Es así de simple. La cara de Jesús está tatuada en mi muslo derecho. Mi papá y mi mamá están en la parte de debajo de mi muñeca derecha. Mi familia y mi religión son los pilares de mi vida.

¿Cómo lograste aprender inglés?

Yo solía pasar mucho tiempo con mi compañero Carlos Rivero en las Ligas Menores, y entre los dos siempre solíamos apostar sobre ordenar comida. Cada uno pediría su platillo y luego le preguntábamos al mozo quien había hecho mejor su pedido, y el que lo hubiese hecho mejor ganaba. También solíamos hablar con los meseros y eso nos ayudaba a mejorar.

¿Qué dirías que es lo más peculiar sobre tu ciudad natal?

Yo me crie en una pequeña ciudad llamada Guatire del estado de Miranda. Allí nuestro Santo era San Pedro, y la tradición dicta que la gente sale a las calles con tambores e instrumentos para bailar y celebrar por dos o tres días, 10 horas al día.

¿Te criaste cerca de o junto a actuales o ex peloteros de Grandes Ligas?

No. Creo que mi ciudad natal solo contaba con dos o tres jugadores que estuvieron en las Grandes Ligas, y creo que yo soy el que más tiempo duró.

¿Alguna historia graciosa sobre cuando llegaste por primera vez a Estados Unidos?

Era diciembre del 2004 y yo estaba en un evento en Cleveland. No podía evitar estar impresionado por la cantidad de nieve que cubría mi auto. Nunca nevaba en Venezuela.

¿Si esa era la primera vez que veías nieve en persona, qué hiciste? ¿La tiraste, jugaste con ella, hiciste una bola de nieve?

¡La quité del auto y me fui! Yo no estaba por quedarme afuera y resfriarme. Olvídate de eso.

Tuviste la oportunidad de disputar el Clásico Mundial de Béisbol para Venezuela en el 2017 junto a otro pitcher de los D-backs como Silvino Bracho. ¿Cuál fue tu recuerdo favorito de haber jugado en ese escenario tan global?

¿Los mejores recuerdos? Muy pocos, porque me fue mal (risas). Fuera de broma, fue una experiencia muy linda, es muy diferente cuando uno representa a su país te vaya bien o mal. Es algo único.

¿Y qué me dices de recuerdos sobre haber contado con Torey Lovullo, tu actual manager en los D-backs, durante tus días en las Ligas Menores con los Indians?

Nuestro primer año juntos fue en la sucursal de Triple-A de Columbus en el 2009. Ese fue el mismo año que yo fui nombrado Pitcher del Año en las Ligas Menores.

Torey es muy bueno, tanto como manager y como persona. Es un gran comunicador. Siempre ha sido la misma persona. Yo era muy joven y aprendí mucho de verlo en acción. Fue una oportunidad muy especial para mí.

No ha cambiado mucho, sigue siendo el mismo. Buen manager, sabe que uno a veces va a fallar y a veces no, pero siempre te transmite confianza-

¿Cómo dirías que tú has cambiado como pelotero desde que estabas en las Ligas Menores hasta ahora?

No solo soy más experimentado, sino que ahora soy mucho más maduro como lanzador. En aquel entonces, si yo tenía un mal día se me desmoronaba el mundo. Ahora yo sé que puedo tomar a esos malos momentos y aprender de ellos, utilizarlos para ser mejor en un nuevo día. Estoy intentando contagiar esa mentalidad positiva para ayudarnos a llegar a los playoffs.

Además de tu éxito general durante tu carrera contra otros equipos del Oeste de la Liga Nacional (3-1, 17 juegos salvados, un PCL de 2.08 y 62 ponches en 49 juegos), ¿qué es lo que más te motivó a incorporarte a los D-backs?

Se trata del desafío – el desafío de ganar y llegar a los playoffs.